por Vito Amalfitano
“Confieso que es muy rara la noche que
no sueño con goles espectaculares, hermosos y míos”
Jorge Valdano, Sueños de Fútbol
El 18 de mayo de 1996, pocas horas antes de la demolición y desaparición (física) del estadio General San Martín, LACAPITAL llevó al gran escenario a Norberto Omar Eresuma y “Cacho” nos confesó que cuando él recordaba
o soñaba goles, casi siempre, dormido o despierto, los hacía en el San Martín.
En realidad, Eresuma nunca dejó de hacer goles. Ni los dejará de hacer.
Ahora quedarán y los seguirá haciendo en nuestros sueños, algunos que nos llevarán a nuestra infancia/adolescencia. Varios de ellos en el San Martín. O como cuando estuvimos en la popular sur de estadio del Mundial aquel 9 de septiembre de 1979 y nos estremecimos con la ovación que “Cacho” recibió de la multitud, tras su gol en la victoria inolvidable sobre River en el Campeonato Nacional.
Así como nuestras canciones más emblemáticas nos llevan a los recuerdos más hermosos y nos remontan a nuestros seres queridos, lo mismo nos generan los goles en quienes el fútbol marca los pasos de nuestras vidas y es parte de nuestra cultura y memoria colectiva. Ese momento, ese gol de “Cacho”, ese triunfo marplatense memorable, me asocia a mi viejo, apretadísimos los dos, en esa popular en la que no cabía una hormiga. Pude ver después en distintas canchas del mundo a goleadores enormes, pero ninguno como él olía a nuestro barrio, a nuestra gente, a nuestra infancia, a mi viejo…
El día de su tardío partido homenaje, en 2003, escribí que la “llamarada” de Eresuma quedará viva por siempre en el fútbol de Mar del Plata, que seguirá soñando con sus goles. Decíamos aquel día que quienes soñamos con viajar en el tiempo sólo para ver jugar a Moreno, “el Chueco” García o Pierino (a quien igualmente muchos años después llegamos a disfrutar en los picados de Camet) agradecemos eternamente haber visto jugar a “Llamarada” Eresuma. Y que en su última recorrida por las canchas desciframos el hilo conductor con el “Cacho” Eresuma entrenador de primer nivel, no reconocido nunca como se debiera.
Aquel Eresuma que jugaba, el Eresuma técnico, tuvieron la misma gran virtud que a él le gustaba destacar también
en otros delanteros: entender el juego.
Así como desde su imponente imagen de goleador omnipresente bajaba a hacerse de la pelota, sumarse al circuito de juego, enhebrar pequeñas sociedades con sus compañeros para transformarse en mucho más que un gran goleador, como entrenador que veía lo que otros no veían, rescataba la simpleza del juego, el valor de un buen pase.
El goleador con fútbol. El artillero integral. Un “Cacho” grande del más querido y recordado fútbol de Mar del Plata.